Viaje indocumentado de Karla
"Hace mucho tiempo aprendí que una gran parte de tu vida necesita estar indocumentada y simplemente ser disfrutada en el momento. No necesitas subir una foto del libro que estás leyendo para que sea bueno. No necesitas tener una foto de ti posando frente al mar como prueba de que tuviste un buen viaje. Hay una línea fina entre manufacturar momentos por nostalgia futura y honorar experiencias felices para conmemorarlas en arte, y todo se trata de la intención: ¿quiero tomar una foto por que se vería bien en instagram o quiero tomar una foto por que no quiero olvidar cuán locamente feliz soy ahora mismo? o, preferiblemente, ¿necesito siquiera tomar una foto?" -seaoflove
Vi esta frase hace unos días en mi página de pinterest y me recordó instantáneamente el viaje reciente que hice para ir a ver a Angélica después de habernos separado en nuestra ciudad natal hace aproximadamente un año y medio. Siempre hemos sido hermanas muy unidas, nacimos juntas al fin y al cabo, era casi imposible no serlo cuando cada momento de nuestra niñez, pubertad y adolescencia fue acompañada la una de la otra. A veces estaba bien y a veces no lo estaba. Estaba bien no salir sola de la universidad cuando el horario de verano nos hacía tener nuestras últimas clases comenzada la noche, pero no estaba bien cuando necesitábamos privacidad y compartíamos habitación.
Nunca hemos sido afectuosas en términos físicos, ni entre nosotras ni con nadie a decir verdad, pero pese a la distancia fue natural por nuestra relación no perder contacto, así que nos mantemos en constante comunicación hasta el día de hoy. Charlamos lo usual, nos recomendamos libros o audiolibros, hablamos de moda y de skincare y cuando nos sentimos ansiosas por el trabajo mismo, ahí estamos también, mandandonos stickers por WhatsApp para apasiguar la incertidumbre. Nada forzado, todo siempre igual, como cuando vivíamos juntas.
Emprendimos viaje el fin de semana de puente hacia Querétaro y fuimos mi mamá, mi tía y mis dos primos que son como nuestros hermanos, todos llevábamos la misma cantidad de tiempo sin ver a Angélica, lo que hacía la situación más emocionante. Recogí a mi mamá, mi tía y uno de mis primos en la terminal de autobúses de la CDMX, al mismo tiempo, mi otro primo viajaría directamente desde Puebla que es donde estudia la universidad. Compramos nuestros boletos y para las 11:00 am ya estábamos emprendiendo camino hacia nuestro destino.
![]() |
imagen representativa de pinterest |
Llegamos y Angélica llegó una hora después por tiempos mal calculados, pero aún así, nadie tenía prisa, cuando llegó fuimos a su casa donde conocí a su gato Cillian y por fín desayunamos. Ese fin de semana paseamos por lugares turísticos, compramos recuerdos, comimos comida vegana, preparamos tlayudas e incluso invitamos a unos amigos, jugamos la tradicional polaca que a nuestra familia le encanta y Angélica y yo ganamos la última ronda. Además, algo extra que sucedió fue que sin planearlo ¡elegíamos ropa similar para usar!.
Tuvimos dos amenos días en familia y como lo son los buenos momentos, quedó todo indocumentado, no había tiempo, te olvidabas y no me arrepiento de no haber recordado que tomar fotos para memorar la ocasión hubiera caído bien para la nostalgia, pero no importa, por que recuerdo cómo me sentía y eso es lo que importa tener presente.
-Con cariño, Karla.
Comentarios
Publicar un comentario